Sonreía mientras el aire marino habitaba sus pulmones, variándolo de vez en cuando con un poco del humo venido de la pipa. Y miraba el resplandor del sol desfalleciendo en los límites del mundo, espejo acuático en el mar.
-Un día de estos se acaba y ya. No más sol y no más arrullo de mar.
Se agobiaba para poder disfrutar la vista del presente teniendo pesadillas despierto, con desastres naturales y todo.
-Cuando ningún hombre nazca, entonces empezaremos a disfrutar las pequeñas cosas. Y luego pelearemos por el último cigarro, la última botella de vino, el último cuadro de la carita feliz amarilla. Pelearemos enfurecidos por lo que dé la última felicidad.
Y dormía con el pecho desnudo para sentir la brisa de la noche.
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