jueves, 31 de mayo de 2012

Ese faro



Me mantuve en vigilia mirando al horizonte en la espera de divisar la sillueta de su barca. Acostumbrado a la brisa marina me hice amigo de las gaviotas y demas habitantes de estos linderos entre la tierra solida y el mar con sus olas inquietas. He aprendido a leer en su vaiven los destinos de los que van perdiendo la razon arrojandose a los designios siempre desconocidos de la marea, asi como de aquellos que se han quedado a vivir en la bahia, anclados en el eterno ensueño de la nueva ola.

Es ahora que he dejado de mirar el atardecer, cuando habituado a la sal marina he encontrado en el faro la estela de luz que puede guiar esta vida mia, existencia del hombre que vive entre el cielo firme de las montañas y el horizonte del mar en viaje. Solo que el viejo faro tiene sus problemas, solo resplandece en momentos en los que la tranquilidad de la brisa le permite emitir esa claridad de la que es capaz. Es el faro y su resplandor la que me embelesa, me mantiene anclado en la espera, rogando por ver de nuevo el haz de luz cortando la niebla que invade de constante estos lugares. Esa niebla que impide ver cada dia el amanecer con esa claridad que todos esperamos, y mas este solitario escritor enamorado del mar.