lunes, 17 de octubre de 2011

La Entrega



Para el domingo en la noche había sucumbido al fastidio. Frente a mis ojos la esperanza se disolvió con un acto simbólico pero de gran peso, y en el último pacto con la melancolía abracé a la soledad.



"Que sea la noche testigo de mi juramento:

"Me entrego al vacío que nada otorga ni nada exige. Me pongo al servicio de los caminos sin caminantes, de los callejones sin construir y de las brisas sin navegar"

"No quiero más peldaños ni cumbres. No deseo el honor de morir sufriendo para vivir sonriendo. Ya no quiero seguir vistiendo la escafaldra del explorador de profundidades."

"Abrazo con gusto y honorable simpatía la soledad melancólica. Tal vez la locura sublime por fin alcance."

1 comentario:

Anónimo dijo...

"No deseo el honor de morir sufriendo para vivir sonriendo."
Nunca supe cómo decirlo, lo he encontrado en tus palabras. Deseo lo mismo. Ojalá podamos compartirlo, aunque cada quien por su lado, sino no sería la soledad tan añorada.