"El ritmo normal de la vida social oscila, en general, entre una indulgente satisfacción por uno mismo y una leve disconformidad, que se origina en el conocimiento de los defectos propios. desearíamos ser tna apuestos, jóvenes, fuertes o astutos como otras personas que conocemos. Quisiéramos lograr tanto ccomo ellos, las mismas ventajas y posiciones, el mismo o mayor éxito. Estar complacido consigo mismo es la excepción, y con bastante fecuencia una cortina de humo que producimos para nosotros y, por supuesto, para los demás. en algún punto se ha producido una disconformidad hacia nosotros mismos y un leve menosprecio. Afirmo quie el incremento de este espíritu de descontento hace a las personas especialmente susceptibles de 'enamorarse'. No podemos medir el grado de gravedad. Difiere en cada caso. Tales cambios no son súbitos, sino frecuentemente tan graduales que nuestros amigos, y con frecuencia nosotoros, no advertimos la alteración.
Así es como un hombre se enamora para avitar un pozo más hondo. Todo está bien para quien está enamorado, pero no para quien está a punto de enamorarse. No es accidental, por ejemplo, la desesperación de Fausto al comprender lo vano de sus esfuerzos por penetrar en el seno de los secretos mundanales antes de conocer a Margarita cuyo amor promete juventud y felicidad."
Theodor Reik - El amor visto por un psicólogo
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