Querida K.
He llegado del viaje y aún con el polvo y la suciedad del trayecto me he puesto a husmear en mi habitación y en las paredes que la constituyen y limitan.
Nada. Este año empieza con la falta de expresión de esos cambios que vaticinan las 12 uvas y los propósitos expresados en la cena anterior y que todavía resuenan en mis oídos con las doce campanadas de reloj en el vestíbulo de la casa familiar.
Tú bien sabes lo que pienso de las habitaciones y la personalidad de quienes vivien en ellas: todos los rincones, los cajones, los libreros y la cama, son representaciones directas del interior de los inquilinos. Incluso cuando éstos se mudan a espacios diversos, llevan en sí también el cambio y la transformación que habrán de sufriri las esquinas y rincones en el acomodado de los muebles.
Pero bueno... he aquí que me he quedado inquieto. Mis propias habitaciones todavía no reflejan estos cambios de año nuevo. Y aunque se que poco a poco lo harán, temo que llegue la víspera a la Navidad de este año y no vea esa metamorfosis.
Te mantendré informada. Mientras tanto vive y deja vivir.
Saludos
Antonio T.
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