jueves, 19 de agosto de 2010

PUÑOS Y MÚSICA



Los puños vacíos por estar cerrados por completo. La mirada decidida. Conforme la música entra por mis oidos y se impacta con el complejo sistema auditivo de mi cabeza, proyecta imágenes que me impulsan a sacudir mi cabeza. a agitar los brazos y patear. El ritmo me hace golpear mi cabeza y el piso con mis pies. Los brazos cual si fueran de molinos de viento quijotescos, se abren y giran. La música va tomando forma en la cortesa cerebral y me impulsan nuevamente a saltar y patear, todo a la vez, mientras que mi respiración se agita bajo el paliacate que me da anonimato.

Pronto aparece otro a mi lado. Los golpes e impulsos físicos producidos por la música no solo me afectan a mi, sino que abarcar cierto espacio, donde las personas lo disfrutan igual que yo. El ritmo aglomera más y más gente en un espacio que se vacía entre la multitud. Los que no se deciden a dar rienda suelta a sus impulsos se hacen a un lado para vernos disfrtar la rapidez de la batería, el ritmo del bajo, la estridencia de la guitarra y la violencia de la voz.

La música acaba tal y como empezó: súbitamente.

El sudor se limpia y se espera la nueva canción...

(Además, opino que se tienen que cumplir en su totalidad los acuerdos de San Andrés, liberar a los presos políticos en toda Latinoamérica, que la franja de Gaza deje de ser víctima de la voracidad israelí-americana y que se termine la guerra iniciada por Felipe Calderón.)

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