miércoles, 27 de enero de 2010

MIEDO A LA MELANCOLIA

Si, las multitudes me atraen a ese vaivén de no saber si vas o vienes de algún lugar. Cuando alzas la mirada del piso, o cuando despiertas por fin sobre el sistema de transporte colectivo, te das cuenta que todo está puesto para que vivas una vida sencilla y con solo la necesidad de meterte algo en el estómago tres veces al día. El alma gris que cobija la Gran Ciudad cumple perfectamente con su cometido en mi caso: hacer que me olvide por un tiempo de que no existo aquí, que tengo que cumplir con muchas cosas o que tengo esta melancolía que me revuelve el pecho y me lo desbarata.

No voy a decir que la Gran Ciudad no tiene sus contras, y claro que los tiene. De vez en cuando me regresa brevemente a la realidad de mi falta; esa falta de un contacto físico tan deseado y frenético. Tengo ganas de esas caricias tibias y esos labios abrazantes. Tengo ganas de unos brazos rodeando mi cuerpo, mientras veo unos ojos cafés. No pido más. Lo que sucede con esos pequeños golpes bajos de la Gran Ciudad es que de repente puedes ver pequeñas vidas entrecruzadas, disfrutando de ese gusto sensual que tanto tiempo me ha sido negado. Ver sobre el transporte colectivo a los otros, gozando de un tiempo que la distancia me arrebata a cada rato, golpeándome directamente en el pecho, la boca del estómago o la entrepierna.

De verdad que será raro regresar. TENGO MIEDO.

1 comentario:

K dijo...

já, está muy sincero tu post. Es más, bastante personal, es bueno el ejercicio del blogging cuando hay muchas cosas que decir, y es bien chistoso el saber que mucho lo leerán y sabrán que es lo que te pasa, pero da lo mismo. Por que siempre es más fácil escribirlo que decirlo o conversarlo seriamente.EN fin...